Ocio y vida nocturna

Como bien es sabido, Sevilla es una ciudad con un ambiente positivo, alegre y optimista. La vida aquí transcurre principalmente en la calle, ya sea para comer en uno de los muchos bares de tapas que se encuentran en el centro de la ciudad o para tomar la primera cerveza antes de que la noche empieza. Sevilla se caracteriza por una amplia oferta cultural y una vida nocturna emocionante. Pero, hay que recordar que el ritmo de vida en el sur de España es completamente diferente al de las culturas del norte. Circunstancia que es particularmente notable en los calurosos meses de verano cuando la siesta divide el día en dos partes. Durante este descanso, después del amuerzo, la mayoría de las tiendas están cerradas y las calles se quedan casi desiertas. Pero después de la calma la ciuadad se pone poco a poco en marcha. Bastante tarde, por cierto, ya que los sevillanos suelen cenar ya entrada la noche. Después, la marcha sigue habitualmente en uno de los muchos bares de música (o de copas, como se suele decir), algunos con actuaciones en directo (particularmente Flamenco). Los mejores sitios se encuentran en el centro de la ciudad en las zonas Alameda de Hércules, Alfalfa y El Arenal así como en el barrio de Triana que se encuentra en el otro lado del Guadalquivir. En los meses de mayo a octubre se encuentran además algunas terrazas de verano a lo largo del río. Bares y pubs, por lo general, están abiertos al público hasta más allá de la medianoche. Según avanza la noche, la fiesta sigue en las discotecas que se encuentran repartidas por toda la ciudad. Algunas abren sus puertas en las primeras horas de la mañana para el After-hour. También los amantes de la cultura encuentran en Sevilla su sitio: Desde la organización de la Expo '92, la ciudad alberga una ópera bastante ambiciosa, el Teatro de la Maestranza, además de algunos establecimientos alternativos. Pero las ganas de juerga también tiene sus inconvenientes: El Botellón. Equipados con "lotes" de alcohol, cientos de jóvenes se reunen los fines de semana en plazas públicas montando sus juergas privadas al aire libre con el fin de emborracharse y divertirse. De paso y para el gran digusto de los vecinos, el autorradio a toda pastilla y berreando al ritmo de la música.